martes, 20 de marzo de 2012

Esc B56 Dpto 255 Devenida pobre

En el barrio se escuchan de día y de noche voces y gritos de mujeres y niños, motores generalmente lejanos, ladridos, y en mi balcón, el balanceo de un llamador de ángeles.
Una vez en la calle la cosa es menos agradable, pero no por ello menos lleno de vida.
Basura y bosta de perro en la vereda y la calle. Olor a podredumbre y cloacas.
Grandes charcos de agua podrida.
Todo me hace acordar a  mi antiguo barrio, barrio de ricos, igualmente saturado de cloacas (el mismo olor pestífero en el ambiente). “Los ricos también cagan feo” solía pensar, aunque en contraste con las casas tan suntuosas hacía que la mierda oliera peor. Pero claro, la diferencia entre los barrios de ricos y mi barrio- monoblock, es que acá el monoblock está lleno de vida, de gritos de mujeres, de peleas de chicos, de música que suena fuerte desde todas las ventanas, de tipos en la calle que se toman una coca, una cerveza. la diferencia es que acá se vive en todas partes, rebalsamos humanos. En los barrios ricos hay silencio, sólo se reconoce la vida en las fachadas de las casas, en el olor de la alcantarilla...
y a mí me gusta más, me siento menos sola que allá, donde tenía esa casota tan grande y tan pétrea toda para mí sola, con ese jardín enorme y nada a mi alrededor, donde él podía venir y espiarme, gritarme, golpearme y nadie decía nada, y acá, ahora, no se anima ni a entrar. 

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