miércoles, 21 de marzo de 2012

escalera b52 dpto244 la viuda y su regreso al caos

La vida es una lucha infinita contra el caos pensó mientras observaba desde el sofá, el desorden de la noche anterior. Colillas de cigarrillos y cigarros rebalsando de varios ceniceros, platos y tazas. Cadáveres de bebidas de fuerte gradación alcohólica, algunos envases de gaseosa, y mentalmente recordó las latas de
conserva de frutas ocupando la mesada de la cocina, junto a la licuadora y una montaña de cubiteras y de hieleras. Vasos, copas, tazas y platos de todos los tamaños en cantidades exorbitantes. Además de fuentes y restos de comida y envases desechables de tortas de fábrica.
Rezongaba. El mundo no había terminado de ser una calesita y ya mostraba su rostro menos amable.
Se preguntó por que estaba en el sillón del living y no en su solitaria cama para dos. Era difícil emerger de la oscuridad del sueño profundo, de la intoxicación, se sentía irritada, pero feliz.
Anoche cuando se fueron todos tuve buenas experiencias, casi místicas, inenarrables, cualquiera me creería loca, y sobre todo él.
Se levantó con cuidado, por que el mareo todavía le duraba, y antes de apagar el desierto que había en su interior se dirigió a su habitación, esa que también había sido construida para habitar de a dos. Ahí estaba su hermano, con una nueva novia. Pensar que antes esa cama era un altar y la habitación un templo, donde casi nadie no tenía vedada la entrada.
Vamos, chicos, levántense a desayunar conmigo, hay torta y vodka, y el café se entibia en un minuto, el tiempo suficiente para que se vistan. En el baño de servicio hay cepillos de dientes descartables. (Por favor, no mancillen más  mi altar).
Comieron el desayuno en silencio y los no invitados se fueron, estaban comprometidos a un asado.
Reinició como un ritual su diaria lucha contra el caos, que la asediaba desde chica por todos lados. Disfrutó la tibieza del agua en contacto con su piel y ver como el jabón, tras el paso de su mano, dejaba renacer el brillo de los platos y los vasos.
Devolvió cada cosa al lugar que siempre le convenía para ser retirados de allí cada vez que fuera necesario. Llenó un termo de agua tibia y preparó el equipo de mate. Era un día tibio y brillante, de los primeros que trae la primavera antes de instalarse, las primeras tibiezas después del invierno y era lo que habían estado festejando la noche anterior. En su casa nunca se festejaban fechas importantes, excepto las personales, se festejaba simplemente la alegría cuando alguno de los dos tenía buenas ganas y excusas. Ella había decidido festejar el advenimiento de la primavera y los primeros días de tibieza después de un invierno doblemente crudo y desalmado.
Se imaginó que su novio era un fantasma que se sentaba en la ventana para observarla lavar.
Me voy a llenarme los ojos de verde, a volverme verde y hoja de árbol al parque de la ciudad universitaria.
Domingo de septiembre, mediodía, cielo tibio de un azul todavía tímido y algunas blancas nubes desparramadas aquí y allá.
Sintió los ojos verdes, el alma verde, la piel verde. El reverdecer, llenarse de piel de árbol para sentirse capaz de ingresar en la primavera y recuperarse, saber que era toda hoja nueva para volver a marchitar cuando el tiempo lo indicara. Toda hoja nueva renacida de donde antes cayeran otras hojas, año tras año.
Volver a casa y escribir:

Si alguna vez pudiste sentir el universo en un instante
Sentir la infinitud del universo, y después ser dios. Una milésima fracción de dios, para alcanzar a percibir tanto como es dado percibir a un ser humano.
Dios es el infinito multiplicado por sí mismo. Dios es todas las cosas que nos habitan y no podemos ver, todos los componentes que existen en el mundo que a su vez se descomponen en cosas más pequeñas y que jamás tendremos aparatos para ver.
Dios es todo lo que hay más allá de las fronteras del cielo, y del infinito.
Dios no impone reglas para vivir entre hombres. Su única regla es existir.
Dios existe por que existe la vida, y la muerte.
La vida que se come a sí misma para seguir existiendo. La muerte que se come la vida para dejar nada allí donde antes había, y eso también es Dios. Un cúmulo infinito de partículas existiendo,  comiendo  y pariendo  partículas. Apareciendo y desapareciendo. Dios es la vida y la muerte en su eterno movimiento. Todo lo que es y deja de ser para aparecer de otra manera. Dios es algo incomprensible e incomunicable.
Cuando pudiste sentir lo ilimitado solo por un instante...

Lo que yo quiero de vos es tu espíritu, ahora que ya no nos queda cuerpo. Lo que yo siempre quise de vos es que las imágenes de mi alma se imprimiesen en tu alma, y que mi alma se llenara de la tuya. Lo que yo espero para otra vez es que nos encontremos, y ya no seamos humanos ni peores que humanos, que nos hayamos acercado un poco más a dios. Que no te escapes tan rápido de mis brazos, que ahora son los tuyos, los únicos que te quedan.
Y escribir: entonces sueño que soy una piedra y vos un río, que cae como una catarata y se sumerge en mí que soy la piedra para después alzarse en el aire y volver a caer eternamente después de haber sido absorbido por mí, después de haberme traspasado como el agua a la arena, después de haberte descompuesto en infinitas gotas que atravesaban mi materia para reconstruirte como río y volver a caer en mí .
Volver a casa y escribir: por favor, volvé.



Prender el viejo pasacasette, pasado de moda y casi sin uso y escuchar al querido Silvio y recordar la noche en que se casaron en privado, “quiero amor, quiero amor, quiero amor compartido”. La luz del baño iluminando suavemente. La mirada intensa llena de alma intentando superar los límites del cuerpo, intentado unirse más allá de la materia. Y al final, sólo humanos.
Una caricia al corazón y se entristece el alma, el verde se vuelve cada vez más amarillo.
Dónde estás, dónde estás querido. Y este deseo irreductible de ir detrás de él, de abandonarlo todo y seguirle, contra toda lógica, contra toda razón. Quererlo siempre.
No me dejaste nada, ni los hijos que pedimos, ni un solo segundo de sentir en mi alma las imágenes que nacían en la tuya. Para esto las palabras no bastan, son un mero remedo de lo que pasa allá adentro, una caricatura, un fantasma, como vos, que merodeas todas tus cosas, que eran nuestras, por que yo te reinvento.
Quizás nunca deje de sentir este vacío. Esta nada dulce que todo lo impregna. Esta tibia tristeza que no es negra por que una vez te tuve, antes de perderte para siempre.
Salir de estas ensoñaciones y mirar alrededor para no ver más que cosas. El pequeño imperio que fueron construyendo y que cada día creaba su propio microcaos. La pequeña guerra cotidiana librada contra el caos y la muerte para seguir viviendo, para seguir existiendo, resistiéndose a la necesaria limitud del individuo, tratando de perpetuarse siempre y ser eternos. Lo imposible. Solo humanos, y al fin, baja los brazos.
Ni el truco de llenarse de verde, ni de tóxicos, ni de sentirse livianamente feliz y mística la rescatan de la tristeza, del vacío, de la ausencia.
Me voy tras él.

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