Me canso del jazz inquieto y pongo algo del jazz tradicional: Louis Armstrong ¿acaso algo más clásico que el viejo Armstrong? Un jazz alegre que acompaña sin cuestionar. Sin obligarnos a la interrogación necesaria y primigenia ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? Y ¡¿qué carajos hago yo en este lugar?!
Sólo estar, alegremente, al ritmo de la trompeta de Louis y de un tal Johny St. Cyr en contrabajo.
Afuera, los chicos escuchan Maná y La Banda de Carlitos
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